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Muere Xosé Manuel Carballo, el mago de la catequesis

El sacerdote Xosé Manuel Carballo Ferreiro murió esta madrugada a los 73 años años de edad, víctima de “una moza estilizada, que se llama anemia”. Así, con esta gracia e ironía tan típica del labrador gallego que le caracterizaban, es como se despedía de sus amigos.

Desde hace cuatro años, cuando sufrió una laringectomía, se encontraba mal, pero, para no perder su don más preciado y para no quedarse mudo, aprendió a hablar de nuevo.

Los restos mortales se encuentran en el tanatorio de Castro Riberas de Lea. De allí saldrán mañana lunes, a las cuatro de la tarde, a la parroquia de Goberno, donde será enterrado.

Hombre polifacético y enciclopédico, pero sobre todo cura de pueblo

Carballo fue un hombre polifacético y enciclopédico, de esos que tardan años en encontrarse uno: maestro, escritor, poeta, actor, conferenciante, impulsor cultural y activista social, mago-ilusionista, pero sobre todo, ante todo y por encima de todo, cura de pueblo. Ése era el título del que más presumía. Porque su vida entero la dedicó a ser cura de pueblo. De hecho, acababa de jubilarse en la atención de seis parroquias de Castro de Rei.

El fallecido es autor de varios libros («Parábolas chairegas», “Don Otto”, “Viaxe pola Chaira”, «Contrato nulo», entre otros); obras de teatro («O menciñeiro á forza», «Recobrou o sorrio o Eleuteiro», «¿Bo Nadal?»), y comentarios de prensa, por los cuales ha recibido varios premios. Ha realizado también numerosos programas de radio y dirigió el programa «Hai que celebralo», en Televisión Lugo); fue profesor en el colegio de Castro de Rei, y una persona siempre comprometida con Galicia y con el rural, pues fue impulsor de la formación Os Baluros, de Castro de Rei, o de la recuperación del carnaval de Val de Francos.

Un mago de la catequesis

Pero aquí queremos recordarlo en su faceta de catequista y maestro de catequistas, y como uno de los miembros ilustres del Equipo de Catequesis de Galicia, del que formaba parte desde 1985. Como miembro del mismo y como Delegado de la Catequesis de la Diócesis de Mondoñedo, trabajó activamente por la renovación de la catequesis en las Diócesis Gallegas tras el Concilio: participando activamente en la elaboración del material catequético que todavía hoy se enseña en Galicia y lleva su firma y su chispa; colaborando de forma efectiva con el uso normal del gallego en las catequesis de niños, jóvenes y adultos; o desarrollando y traduciendo materiales para la asignatura de religión de las escuelas gallegas, en colaboración con los delegados de las diferentes diócesis gallegas. Como dice Antonio Domínguez, su compañero en el Secretariado de Catequesis de Galicia, «José Manuel hizo de todo y todo bien: escribió, tradujo y corrigió textos, montó escenografías, actuó, representó, fue voz y rostro de un montón de personajes, procuró subvenciones y promovió ediciones».

En el campo de la catequesis, algunos hemos conocido a Xosé Manuel sobre el escenario, haciendo sus trucos de magia. No podía ser de otra manera, ya que desde 1963 ha realizado alrededor de cuatro mil acciones de magia o ilusionismo en toda Galicia y fuera de Galicia. Además, es animador y maestro de magos y «padrino» del Waldemar Magic Collective de Lugo. Uno de sus amigos, el actual deán de Compostela, Segundo Pérez, decía sobre él recientemente que «personas como José Manuel hicieron posible el diálogo de la fe con la cultura, de forma especial a través de la belleza que cautiva y enamora». En busca de esta belleza, para aplicar a la pastoral y al pastoreo de la gente, Carballo cultivó la magia. Porque el cura chairego fue mago o, como él prefería que le llamasen, «ilusionista».

Un mago especial al que describe así Jesús Ferro Ruibal, escritor y miembro de la Real Academia Gallega: «José Manuel, el mago. Realmente, la vida de un sacerdote, digno de tal nombre, es magia verdadera a cada hora, a cada problema humano. Por eso, la magia de José Manuel está al servicio de un mensaje». Y es que, como solía decir el cura chairego, «todo sacerdote debe ser al menos ilusionante, estimular la ilusión, no tratando a los demás como ilusos, sino alimentando su esperanza (…) En las actuaciones, también transmito mensajes y valores. Y la gente es más receptiva, cuando lo digo en un escenario, porque no le da tiempo a abrir el paraguas. Cuando lo digo detrás del altar, la gente ya espera lo que voy a decir».

Descansa en paz. Dios le pague todo el bien que nos has hecho.

EQUIPO DE CATEQUESIS DE GALICIA

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