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Capítulo primero: “A la luz de la Palabra”

Capítulo primero: “A la luz de la Palabra”

-Resumen-

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Tú y tu esposa (9-13)
Tus hijos como brotes de olivo (14-18)
Un sendero de sufrimiento y de sangre (19-22)
La fatiga de tus manos (23-26)
La ternura del abrazo (27-30)

Esta Exhortación adquiere un sentido especial en el contexto de este Año Jubilar de la Misericordia. En primer lugar, porque la entiendo como una propuesta para las familias cristianas, que las estimule a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. En segundo lugar, porque procura alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo.

La Biblia considera también a la familia como la sede de la catequesis de los hijos. Eso brilla en la descripción de la celebración pascual (cf. Ex 12,26-27; Dt 6,20-25), y luego fue explicitado en la haggadah judía, o sea, en la narración dialógica que acompaña el rito de la cena pascual.

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Los padres tienen el deber de cumplir con seriedad su misión educadora, como enseñan a menudo los sabios bíblicos (cf. Pr 3,11-12; 6,20- 22; 13,1; 22,15; 23,13-14; 29,17). Los hijos están llamados a acoger y practicar el mandamiento: «Honra a tu padre y a tu madre» (Ex 20,12), donde el verbo «honrar» indica el cumplimiento de los compromisos familiares y sociales en su plenitud, sin descuidarlos con excusas religiosas (cf. Mc 7,11-13). En efecto, «el que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros» (Si 3,3-4).

Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se repite trágicamente todavía hoy en tantas familias de prófugos desechados e inermes. Como los magos, las familias son invitadas a contemplar al Niño y a la Madre, a postrarse y a adorarlo (cf. Mt 2,11). Como María, son exhortadas a vivir con coraje y serenidad sus desafíos familiares, tristes y entusiasmantes, y a custodiar y meditar en el corazón las maravillas de Dios (cf. Lc 2,19.51). En el tesoro del corazón de María están también todos los acontecimientos de cada una de nuestras familias, que ella conserva cuidadosamente. Por eso puede ayudarnos a interpretarlos para reconocer en la historia familiar el mensaje de Dios.

Fuente: http://www.actuall.com/familia/este-es-el-resumen-de-la-exhortacion-apostolica-amoris-laetitia-del-papa-francisco/

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