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Los Catequistas que la Iglesia necesita

Un verdadero educador de la fe debe estar preparado pedagógicamente para poder llevar a cabo la delicada tarea de moldear las almas y mentes de los niños, pero ante todo ha de ser una Enamorado de Jesús y su Reino, siendo este amor el motor que lo impulse al anuncio gozoso. Para ello, es necesario que cultive una vida de oración centrado en la Palabra de Dios y en relación profunda con Jesucristo:

Jesús insiste sobre esto a sus discípulos en la Última Cena, cuando se apresta a vivir el más alto don de amor, el sacrificio de la cruz. Jesús usa la imagen de la vid y los sarmientos, y dice: Permanezcan en mi amor, permanezcan unidos a mí, como el sarmiento está unido a la vid. Si estamos unidos a Él, podemos dar fruto, y ésta es la familiaridad con Cristo. ¡Permanecer en Jesús! Se trata de permanecer unidos a Él, dentro de Él, con Él, hablando con Él: permanecer en Jesús.

Para un discípulo, lo primero es estar con el Maestro, escucharle, aprender de él. Y esto vale siempre, es un camino que dura toda la vida. Me acuerdo de haber visto tantas veces, cuando estaba en la diócesis que tenía antes, a los catequistas salir de los cursos del seminario catequístico, diciendo: “¡Ya tengo el título de catequista!”. Eso no vale, no tienes nada, has dado un pequeño paso. ¿Quién te ayudará? ¡Esto vale siempre! No es un título, es una actitud: estar con Él, y dura toda la vida. Se trata de estar en la presencia del Señor, de dejarse mirar por Él. (Papa Francisco a los Catequistas).

Otro aspecto de la formación del Catequista es la «Formación pedagógica». No sirve saber mucho si no se sabe cómo transmitir conocimientos de una manera adecuada a la edad y etapa de formación de los alumnos.

Por eso, el catequista que la Iglesia necesita:

a) Es un asiduo estudioso de la psicología y los intereses de los niños.

◾ Se esfuerza por conocer a cada uno de sus alumnos, sabiendo que es un alma que Dios le ha confiado y que tiene una misión importante e insustituible dentro de la Iglesia.
◾ Trata a cada uno de acuerdo a sus características individuales, potenciando sus cualidades al máximo y desarrollando todas sus capacidades intelectuales: estudio, memoria, análisis y síntesis y actitudes de reflexión y de acción que los conviertan en un verdadero apóstol del Reino de Cristo.
◾ Sabe escuchar a cada alumno, dándole atención personal y dedicándole el tiempo necesario.
◾ Confía en la capacidad de cada alumno, haciendo que se sienta seguro y desarrolle una alta autoestima.
◾ Sabe reconocer sus logros, por más pequeños que éstos sean. Los motiva constantemente para que tengan interés en la clase de formación católica.
◾ Se preocupa no sólo de transmitir datos, sino de lograr que estos datos influyan y transformen la vida de los alumnos.

b) Conoce y aplica las técnicas básicas para el control del grupo

• Es un líder que atrae a los demás y los ayuda a su realización.
• Tiene ascendiente sobre sus alumnos, no por castigos y amenazas, sino por su testimonio.
• Conoce el valor de la disciplina y no la confunde con la represión.
• Sabe aplicar la disciplina formativa: Prevenir, motivar y responsabilizar.
• Utiliza la disciplina preventiva como medio eficaz para mantener el interés y las actitudes adecuadas dentro de la clase.

c) Se exige cada día hacer más interesantes y atractivas sus clases.

o No se confía de su simple experiencia.
o Lee y estudia acerca de nuevas técnicas de enseñanza.
o Elabora material didáctico para hacer del aprendizaje una tarea llena de interés.

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