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¡BUENOS DÍAS CATEQUISTA!

Hola queridos catequistas, les saludamos con la gracia y bendición de este tiempo de cuaresma. La frase para meditar esta semana es:

¡EL CATEQUISTA RENUNCIA A SÍ MISMO!

La propuesta actual de parte de los medios, del mundo y del demonio es egocéntrica: céntrate en ti, primero tú y luego ya verás, primero prepárate y luego darás, no te comprometas, el trabajo es primero, consume y disfruta, tú tienes derecho, disfruta el momento…etc.

Más por el contrario, el catequista parece que nada contra corriente (como el salmón); porque Jesús le concede la audacia para renunciarse, para donarse, para olvidarse de sí en bien de los pequeños, para darlo todo.

Con cuanto gozo puedo decir que, el catequista arriesga lo que tiene en favor del reino, lo que no tiene lo consigue, lo que no entiende lo investiga, se las arregla para dar lo que tiene que dar. El catequista se da con todo el corazón, no se conforma con la mediocridad, busca lo mejor para los demás.

Un auténtico catequista sabe renunciar a sí mismo, Dios le da la gracia y le sostiene en la prueba. Dios le anima en su desesperanza y le fortalece en la lucha de cada día.

¡Que admirable verte catequista! que madrugas el día de descanso, que inviertes tu tiempo y esfuerzo para preparar tu catequesis, que inviertes tu día libre para donarlo a los pequeños, que apuestas por la formación y buscas prepararte. Que hermoso es ver que la renuncia a ti mismo te produce alegría, como no darse cuenta de la sonrisa que dibujas cuando te encuentras con tus chicos de la catequesis.

La paradoja del auténtico catequista es: dar lo poco que tiene, prepararse dando, descansar entregándose, comprometerse hasta donde las fuerzas ya no alcanzan… en fin el catequista

vive en la “ilógica” del Evangelio que espera contra toda esperanza, de la renuncia absurda, que gana perdiendo y pierde ganando.

Tal vez tú u catequista -en este tiempo de cuaresma- te has preguntado ¿Cómo ser un mejor catequista en esta cuaresma? Jesús nos dice en la escritura: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por mí y por la buena noticia, la salvará» (Mc 8, 34-35)”

A la próxima… y listos para la renuncia de cada día.

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